Día de Muertos: la otra cara
“Buen país, buena cosecha de odios, venganzas,
crímenes y saqueos han sabido sacar sus hijos
Joseph Conrad, Nostromo, p. 336
1).- El jolgorio perpetuo
Estamos en vísperas del Día de Muertos, uno de los festejos religioso-profanos con gran arraigo en la conciencia colectiva del mexicano y más aún del oaxaqueño. Ríos de tinta han corrido sobre nuestra visión de la muerte, del más allá, del inframundo mexica o zapoteca. Del sincretismo religioso y el camino del Mictlán. De la risa que nos genera la catrina, la parca, la huesuda, la calaca “garbancera” de J. Guadalupe Posada. La flaca que ríe y baila. “La muerteada” en calenda o comparsa. Del México en donde “la vida no vale nada” o de la “muerte sin fin”, del poema de Gorostiza.
Sin embargo, nadie como Octavio Paz –antes Samuel Ramos- nos ubicó tal cual somos ante el destino ineluctable: “vida y muerte son inseparables -escribió en 1951- y cada vez que la primera pierde significación, la segunda se vuelve intrascendente”. (El laberinto de la soledad, FCE, México, 2012, p. 63). Somos tal vez únicos en el mundo en donde la muerte, así literal, “tiene permiso”, como la obra de Edmundo Valadés. Según la tradición ancestral, el alma etérea de nuestros muertos llegará atraída por el olor a copal –que no incienso- de los altares, adornados con cempasúchitl. A gozar del aroma de los tamales, el mole y el pan.
El destino final es omnipresente en nuestra música, literatura y teatro. Y lo ha sido siempre. Estigia y la barca de Caronte; el Hades y Lete de griegos y romanos. Hipnos y Tánatos. El sueño, hermano de la muerte “y la funesta noche envuelta en densa niebla” de Hesíodo. “La eternidad no es porvenir Orfeo”, nos recordó don Miguel de Unamuno en Niebla. O aquel “deja pasar las horas sin sentirlas/ que no quiero medirlas/ni que me mortifiques de esa suerte/los términos forzosos de la muerte”, de Quevedo. (Antología, RBA Editores, Barcelona, 1994, pp. 45-46). O, al fin, el “postraos aquí la eternidad empieza/y es polvo aquí la mundanal grandeza”, de nuestro panteón de San Miguel.
2).- La otra visión
Con la vista puesta en el turismo de temporada, gobierno estatal y municipal han preparado un rico catálogo de concursos de altares de muertos, tapetes, comparsas, etc. Para la titular de Sectur, Saymi Adriana Pineda, un presupuesto millonario para adornos, estatuas, calaveras, es pecatta minuta. Aunque luego se echen a la basura. Y es que la cacareada filosofía de “primero los pobres” es lo que menos importa. Una cruel paradoja: carestía, inflación y abuso comercial, convertirán este festejo en anhelo incumplido para miles de oaxaqueños que viven al día.
¿Estarán prestos a celebrar aquellos que han perdido cosechas y patrimonio a raíz de los huracanes “John” y “Nadine”, en la Costa, Istmo, Sierra Norte, Sur, zona mazateca o la Cuenca? ¿Cómo habrán de pasar estas fechas los dolientes de los miles de muertos del sexenio de AMLO; los de Calderón, los de Peña y los que van en el actual; los parientes de otros tantos desaparecidos (as); los culichis en Sinaloa, en donde la muerte es pan del día, entre Chapitos y Mayitos, mientras al gobernador Rocha Moya lo reciben en la Cámara de Diputados con porras y gritos de “¡no estás solo!”?
¿O los desplazados en Chiapas? ¿Y las paisanas tecas que han perdido a sus hijos, en esa tierra de nadie que es Juchitán? ¿Tendrán ánimo de montar un altar quienes viven con la angustia de no saber dónde están sus seres queridos y guardan una esperanza, como las Madres Buscadoras o las de Brenda Domínguez y esposo? ¿O ánimo en las familias de mujeres víctimas de feminicidio? Porque, como hemos visto las cosas, desde que inició el gobierno de la 4T, la muerte les vale gorro.
3).- Comité de recepción ad hoc
Por lo pronto, está lista la recepción del turismo nacional y extranjero. Los infalibles bloqueos. Las entradas a la capital y calles convertidas en paisajes lunares; baches por aquí y baches por allá. Un sistema de semáforos colapsado. Las ratas merodeando en Centro Histórico y áreas de panteones. Y nuestros prestadores de servicios turísticos prestos a hincar el diente con aquello de la “comida de autor”, la cocina ancestral o el mezcal de “agaves silvestres” -como si fueran del desierto de Sahara o la luna-, inaccesibles para los nacos y el “yoperío”. Ya mañana vendrán las cuentas alegres. Millones de derrama. Y el ardid de siempre: superamos a los de antes.
BREVES DE LA GRILLA LOCAL:
— Como orates, enloquecidos y presas de un indescriptible frenesí, están los coordinadores de Morena en las Cámaras de Senadores y Diputados, Adán Augusto López -“conde de Transilvania”- y el dintinguido doctor en derecho, Ricardo Monreal, en su camino de demoler los resabios que quedan de nuestra democracia. Están tan obnubilados en su abyección, que no alcanzan a discernir su propia degradación. Lenta e inexorablemente están cavando la tumba de su imperio transformador. Al tiempo.
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